martes, 4 de enero de 2011

Reducción de la solidaridad. Javier Lázaro – Paz y Solidaridad

El Gobierno de Aragón acaba de dar publicidad a su proyecto de presupuesto para 2011. En ellos se vuelve a incidir en la reducción del gasto como única medida para afrontar la crisis. Una crisis provocada, como todos sabemos, por un sistema económico cuyo modelo de crecimiento nada tiene que ver con cubrir las necesidades y expectativas de mejora de la sociedad sino la de algunas sociedades anónimas.

Sin entrar en pormenorizar los efectos que globalmente tendrán estos presupuestos sobre la superación de la crisis y para generar actividad económica y empleo, es muy ofensivo que nuevamente se eche mano de los más desposeídos para cuadrar un presupuesto. El Gobierno de Aragón lleva años en el furgón de cola de las Comunidades Autónomas que menos esfuerzo dedican a proyectos de cooperación al desarrollo. Ya en 2010, el presupuesto quedó congelado, o sea se utilizó la misma partida que la de 2009, un 0’2% del presupuesto, muy lejos de la orientación que el Gobierno de la Nación se había fijado como objetivo: alcanzar el 0’7% en 2012 en cooperación internacional.

Sin embargo, la cantidad queda fijada en 8.360.268,99 euros en 2011, o sea un exiguo 0,16 % del presupuesto. Esa es la contribución de nuestro Gobierno para cooperar con los países y con las poblaciones que tratan de salir del subdesarrollo y la desigualdad, que de forma directa o indirecta provocamos desde aquí.

Se utilizará como subterfugio para justificarlo, la obligación de priorizar las necesidades que hay que cubrir aquí, conscientes de que esa decisión será bien acogida por la sociedad aragonesa, dando por sentado que esa sociedad entenderá la necesidad de dejar de ser solidaria con los de allí para serlo con los de aquí. Pero la realidad es que el Gobierno, con estos presupuestos, reduce su ya de por sí reducida capacidad de solidaridad con los de allí y también con los de aquí. Entre otras razones, porque es la orientación ideológica de estos presupuestos la que determina los efectos que estos van a tener sobre una sociedad que está más necesitada que nunca de solidaridad y de cooperación, para salir de una crisis que, aunque reconozcamos que nuestro Gobierno no ha provocado, parece empeñado en agudizar sus consecuencias.

La diferencia entre 2010 y 2011 son apenas tres millones de euros. Aparentemente, parecen pocos euros en un presupuesto de casi cinco mil trescientos millones. Pero es increíble cómo esos tres millones de euros pueden llegar a multiplicarse en los países donde desarrollamos nuestra cooperación al desarrollo en forma de más salud, más agua, mejores viviendas, más empleo, más derechos y, sobre todo, más solidaridad. La resta parece el signo de nuestros tiempos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario