jueves, 12 de enero de 2012

"Aragón con Haití". Artículo publicado unos días después del terremoto de Haití

Volvemos a estar ante una catástrofe de magnitudes extraordinarias, a convivir mediáticamente con la desesperación y el sufrimiento de los damnificados por un terremoto. En este caso, le ha tocado a Haití. Cabe recordar que Haití, antes del terremoto ya era el país más pobre del continente americano. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ocupa el puesto 150 de 177 países en el índice de desarrollo humano (IDH), el 80 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y en cuanto a la esperanza de vida, no supera los 50 años. Las condiciones de vida y salud son de las más precarias del mundo. La pobreza es el denominador común de una población con índices sanitarios de terror. El 47 % de los haitianos sufre de desnutrición crónica y de los que sobreviven, un 60 % muere de VIH-SIDA, siendo ésta la tasa más alta en el Caribe, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si nos adentramos en República Dominicana, nos daremos cuenta del maltrato y la exclusión que sufren los haitianos por el simple hecho de ser más pobres que sus vecinos dominicanos. La mayoría de los que consiguen salir de su país hacia la vecina Dominicana, trabajan en los “bateyes”, cortando caña de azúcar “de sol a sol”, viviendo en barracones sin los servicios más básicos; luz, agua, saneamiento, acceso a la salud, a la educación… Directamente se podría decir que son esclavos. Los esclavos del siglo XXI. A las condiciones de vida que sufrían los haitianos, se ha sumado la catástrofe. Volvemos a estar ante la pregunta de qué hubiera pasado si un terremoto de igual virulencia hubiera ocurrido en otro lugar del mundo con viviendas e infraestructuras de la calidad de las que tenemos aquí, por ejemplo. Volvemos a tener que recordar la cruel ecuación por la que los desastres naturales, sumados a las condiciones de pobreza extrema, siempre se convierten en desastres humanitarios de majestuosas proporciones. Desde el mundo en el que vivimos, totalmente influenciado por las imágenes que nos muestran los medios de comunicación, le estamos viendo muchas caras a esta catástrofe y nos vuelven a surgir las mismas preguntas; ¿Qué parte de la sociedad conocía las condiciones de vida de los haitianos? ¿Qué acercamiento a las causas de esa pobreza tenemos? ¿Qué parte de responsabilidad tiene nuestro mundo enriquecido con la situación que vivía Haití, antes de la catástrofe? ¿Qué mecanismos tienen de prevención de desastres?, ¿Cómo son las viviendas y las infraestructuras de Haití para que haya sucedido un desastre de esta magnitud? Ahora está en el pico de la actualidad, y por cierto, durará muy poco esta situación. Es en éste momento cuando se nos da la oportunidad de transmitir este tipo de cuestiones. Otros, ya se encargarán de emitir imágenes de todo lo que no se debe hacer en cuanto a repartos de ayuda humanitaria y de enfatizar la falta de coordinación, el vandalismo y los actos de pillaje, sin atender lo que se hace bien desde las organizaciones, porque eso no es noticia. Una de las cooperantes aragonesas en el terreno, jefa de operaciones de una de las principales organizaciones humanitarias, nos recordaba hace unos días a través de una entrevista en este mismo periódico que habían repartido más de medio millón de litros de agua potable y no habían tenido ningún problema de seguridad. Acababa la entrevista afirmando que “los haitianos se merecen una visión más positiva que la que dan los medios”. Así pues, celebramos la oportunidad que nos vuelve a dar El Periódico de Aragón, tras la magnífica experiencia de la campaña “AsíAyudamos. Zaragoza con Asia”, realizada con motivo del tsunami en el Sureste Asiático, para transmitir a la sociedad aragonesa las diferentes intervenciones que en Haití, realizan las ONGD Aragonesas, en proyectos de Ayuda Humanitaria de Emergencia y en Proyectos de Desarrollo. En el marco de la espectacularidad de las imágenes que estamos viendo estos días, algunas de ellas, faltas de toda ética y respeto hacia los damnificados, se produce una avalancha de solidaridad por parte de la sociedad. La conciencia del mundo enriquecido se remueve por un ratito y es necesario, aunque tenga mucho menor tirón mediático, sensibilizar a la población de cómo las condiciones de pobreza suponen una elevada vulnerabilidad para las poblaciones de muchos países del Sur ante los desastres naturales. Se pretende concienciar a la ciudadanía de la importancia de realizar un trabajo continuado que contribuya a erradicar la pobreza. Sólo entonces, los desastres naturales dejarán de convertirse en grandes catástrofes humanitarias. Por otra parte, y ante esa avalancha solidaria muy acotada en el tiempo, cada organización publica sus cuentas, sus números de teléfono de recaudación de fondos, y pretende con ello, poder plantear una intervención que vaya mucho más allá de la Ayuda de Emergencia. En ese sentido, trasladamos que lo importante no es quién gestiones la Ayuda, si no que ésta sea gestionada con calidad y transparencia. Hay que decir, que estas grandes catástrofes son utilizadas, en la medida en que es posible para las ONGD, como un punto de inflexión, para tratar de dar, dentro de nuestras limitaciones, pasos importantes y entrar con fuerza en procesos de Desarrollo Humano necesarios,.., muy necesarios, para las zonas afectadas. Así pues, es un buen momento para recordar, aprovechando esta ventanita que nos dejan abierta al mundo, que todavía realizamos proyectos con fondos captados a raíz del Huracán Mitch y que recientemente se han elaborado informes recogiendo los cinco años de actividad de los proyectos de desarrollo que surgieron tras el tsunami. Buenas intervenciones realizadas por las ONG, dieron una segunda oportunidad a poblaciones enteras de las zonas afectadas por estos desastres. Deberemos prestar muchísima atención a los proyectos de reconstrucción y reducción de la vulnerabilidad. Confiemos en que las intervenciones y proyectos realizados por las ONGD en Haití, de ahora en adelante, contribuyan a dar esas segundas oportunidades a la población de éste país, que tanto merece que cambien sus condiciones de vida. Esperemos también que se mejore la prevención de desastres en todas las zonas con potencial riesgo y que la sociedad aragonesa no necesite terremotos ni huracanes para darse cuenta de las condiciones en las que viven tantos y tantos habitantes de éste planeta. Entendemos también que es el momento oportuno de agradecer todas las iniciativas recaudatorias, todos los apoyos recibidos; de las administraciones públicas aragonesas, de las empresas, de las entidades, de la población,… el reconocimiento de nuestro trabajo por parte de la sociedad y todos los ofrecimientos de colaboración y voluntariado, aclarando que los cooperantes que se trasladan a las zonas afectadas, tienen la oportuna formación para éste tipo de catástrofes, y que lo más oportuno y manejable en estos casos, es dar apoyo económico. Apoyo, a través del cual, Aragón está dando ejemplo una vez más, de solidaridad y compromiso con los que peor lo están pasando en éste momento. Solamente necesitamos que esto no sea flor de un día y que esta gran ciudadanía aragonesa esté siempre contribuyendo a la erradicación de la pobreza y a la justicia social, entendiendo que hay demasiados seres humanos en el mundo que viven en la emergencia permanente, y lo que es peor, olvidada. Fernando Pérez Valle Presidente - Federación Aragonesa de Solidaridad.

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